Sobre un proverbio de Antonio Machado en Nuevas canciones, publicado en 1924, construyo este poema en mi convalecencia tras la operación de un agujero macular. La operación resultó complicada y finalmente resultó una pérdida de visión considerable. Cabeza abajo y con dificultad para ver y sujetar el papel, escribí estos versos.
Respondo con ella a todos aquellos que me manifestaban lo bien que veían mi ojo recién operado (apenas con un ligero derrame); mientras yo les intentaba explicar que, por dentro, en mi retina no veían nada en la zona de máxima definición: la mácula.
Azulejos del monumento a los Ojos en la carretera de Carabaña a Orusco de Tajuña. Madrid.