Romance de los siete bandidos y la doncella vengadora.
No cazaba el caballero
aquella tarde otoñal,
no cazaba el caballero,
nada quería cazar.
El caballo puso al trote
al llegar al robledal
y la mano fue a la espada
al llegar la oscuridad.
Siete bandidos le esperan,
eran siete o tal vez más,
no les delata la luna
cuando le van a matar.
Ya le bajan del caballo,
ya le clavan un puñal,
ya le maltratan a golpes
para poderle robar.
En la nocturna arboleda
por muerto le dejan ya.
Ellos se fueron corriendo,
él se quiere levantar.
En la lejana posada
siete bandidos o más,
todos ellos beben vino
y todos quisieron pagar.
Llegaba herido a la cita
que era cita para amar
y aunque llegaba herido
iba muriéndose ya.
- Amada mía no puedo
amarte ya nunca más:
por los bandidos me muero
y tú me vas a vengar.
En la nocturna posada
los bandidos ven llegar
a medianoche una dama
nadie sabe qué querrá.
Pide comida y un lecho
donde poder descansar:
siete bandidos la miran,
siete la quieren robar,
no el dinero, ni sus joyas,
quieren otra propiedad.
La dama se les acerca
para poderles hablar
los bandidos se estremecen
y se aprestan a escuchar:
-Perdonadme, caballeros,
si les digo la verdad,
tengo miedo y estoy sola,
no tengo seguridad.
Vuestras mercedes parecen
hombres de muy bien guardar,
pido que guarden mi alcoba
que sin llave me la dan.
Los siete por ser primeros
casi van a pelear:
por defender esa puerta
o por vencerla quizás.
Llegada la media noche
ya se cansan de esperar,
echan a suerte los turnos
y se disponen a entrar.
Pasó el primero y no sale.
El segundo fue a pasar.
No salía y el tercero
no pudo aguantarse más.
Pasó el tercero y el cuarto
y nadie salió detrás.
El quinto pasó y el sexto
pasó después sin llamar.
El séptimo de la banda
no sabía qué pensar:
¿Acaso de aquel botín
no le tocó en igualdad?
Abrió la puerta y oyó
un femenino quejar
y un sollozar en el lecho
y un muy fuerte respirar.
-Señora, la mi señora,
¿Yo le puedo consolar?
- Pase usted, buen caballero,
tal vez pueda usted, quizás.
Sus amigos se han dormido
que muy contentos están
de beber de aquella copa
y de mi boca besar.
Huele a rosas en la alcoba
y a muerto. En la oscuridad
siete cuerpos de varones
yacen muertos y uno más
que es más hermoso y
más triste que los demás,
tiene una copa en los labios
y la bebe al clarear.
CANCIÓN
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