El país de los pequeños
En el país de los pequeños
los niños se acostaban
en las cajas de cerillas
tapados con sus sábanas
de recortes de papel.
Al levantar de mañana
con gotitas de rocío
blancas, redondas y heladas,
jugaban a las canicas
en las hojas esmaltadas.
Siempre llevaban al cinto
un alfiles por espada,
eran grandes marineros
sobre nueces vaciadas,
navegaban por los charcos
y alguna vez naufragaban.
Con alas de mariposas
las damas se abanicaban
y tenían por espejos
a las monedas de plata.
Tirado por ratoncillos
iba el tren de hojadelata:
cinco latas de sardinas
de vagones y la máquina
una más grande de atún
llena de aceite y de grasa.
En una catedral chiquita
los domingos de mañana
sonaban a cascabeles
en la torre las campanas.
Rodajitas de limón
el cristal de las ventanas.
Lamparitas de mil globos
los racimos de uvas blancas
desprendían luz de dulce.
En el suelo blanqueaban
las baldosas de terrones
de azúcar, nieve endulzada:
Con luces de caramelo
la capilla se alumbraba.
El techo, de cucurucho,
era un capuchón de nata.
Una maceta en el parque.
Los niños allí jugaban
a subir por un geranio
de hojas grandes y arrugadas.
Agarrados a sus tallos
los más valientes trepaban
hasta las hojas más altas
enmoquetadas de verde
y con pelillos de plata.
Tendidos luego en las hojas
el viento los balanceaba
como columpios al aire.
Con hilos de telaraña
y pétalos de colores
cometas rojas y blancas
volaban entre las flores.
Desde lo alto de un plato
lleno de agua se lanzaban
y luego para salir
trepaban por la cuchara.
Unos blancos gorriones
llevaban de pasajeros
niños a ver luceros:
¡Cuántos trinos los aviones!
¡Cuántos cantos los viajeros!
A la busca de un tesoro
en una verde botella
tirada por peces de oro
en un mar lleno de estrellas
¡y qué carroza tan bella!
Fui a su perfumería
y no hay otra más hermosa:
llena de agua una rosa,
la gene se sumergía
y se secaba en las hojas.
Una vez cuando nevaba
les advertí preocupado:
-¡La nieve nos cubrirá,
moriremos aplastados!
La nieve estaba inclinando
los verdes tallos helados,
ellos seguían tranquilos
pero yo desesperado,
ellos seguían tranquilos
mientras seguía nevando.
Con el blanco manto echado
el mayor de los milagros
se produjo de repente:
Como un castillo encantado,
hecho de nubes y estrellas;
como un bosque acristalado
con un hielo blanquecino,
con platino algodonado.
Jugamos por laberintos
por los túneles helados
con mil estrellas de plata
brillando por todos lados.
Yo regalé una estrellita
a la más guapa y jugamos
tañendo luego las puntas
y las estrellas sonaron
a tintineo de copas:
campanillas tiritando.
Cuando se fueron las nubes
el sol nos hizo un regalo
reflejado en mil espejos
de colores irisados.
Por la noche con la luna,
cuando estuvimos cansados,
en un trono de diamante
sonrientes nos sentamos
y contemplamos el mundo
dentro en la nieve, nevado.
Y desde allí, silenciosos,
por un instante rezamos.
Una noche fui a un concierto
de luna llena y al baile
con asientos de guijarros
y palcos en los rosales.
Dentro del prado la hierba
aplaude, que siempre aplaude,
con grandes palmadas verdes.
¡Pero la luna no sale!
Sin luna llena es muy triste
el bosque y no canta nadie.
Entre las nubes de plomo
que se derrite y reparte
aparece blanca y pura
la candileja del baile.
Entonces tocan los grillos
serrando el cristal del aire,
tocaron flautas de trigo
los vientos negros del valle,
un arrollo cristalino
salpica gotas y tañe
su mismo tambor de agua,
hojas secas de la orilla
crujen y crujen muy suave,
una rama verdinegra
quiere cantar y no sabe,
vuelan las mariposas
aplatillando en el aire
sus delgadas alas de oro,
hojas de un chopo lo aplauden.
El búho en la lejanía
suena barítono grave
y las flores bailan, bailan
abrazadas en el aire.
Dentro del prado la hierba
aplaude, que siempre aplaude,
con largas palmadas verdes
cuando el viento se lo mande.
Mis amigos los pequeños
sobre mi corazón de carne
escuchaban asombrados
su latir sin asustarse
y bailaban en mi pecho:
¡Tu corazón cómo late!
Yo les dejé y ya dormido
tardé mucho en despertarme.
Ese país tan pequeño
no recuerdo donde estaba
pero yo lo visité
mientras dormía y soñaba.
CANCIÓN
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