Transparente, irreal y fantástica; hielo caliente entre mis manos frías, agua congelada en un estanque aéreo, cristal que curvo con mis manos. Prisma alargado, resina cuasi intangible, pedazo de petróleo purificado, suspiro congelado por un monstruo mecánico, trozo de viento aserrado en lingotes de vacío. Transparente porción de materia eres casi espiritual, tenso como esos ojos que recuerdo, triste como el suspiro de una fuente que jadea.
¡Qué raro está el cielo esta noche! ¡Qué raro que esté sin estrellas! ¡Qué cantos tan tristes son esos! ¡Qué gentes extrañas se acercan! ¡Dios mío: qué luces tan negras!
Sus ropas oscuras se mueven con pena… ¡Me buscan! ¡Me quieren! ¡Se acercan…! Sus cuerpos de hueso, sus calaveras, manos sarmentosas a mi cuello aprietan. Ladridos de perros que a lo lejos suenan…
Balanza que temo se incline a siniestra. Mis muchos pecados, mis obras buenas… Cruje la balanza. Mirada siniestra. Ya viene la barca que al infierno lleva.
No he vuelto a llorar y mi alma reseca no ha vuelto a verdecer; y mis lágrimas encarceladas comban mis pestañas como débiles barrotes.
Prisioneras de cristal que me cortan los ojos y nublan la vista. Esta gigantesca presa va a estallar y limpiará de mis mejillas las curtidas arrugas de la soledad.
(En clase de geometría de 3º curso de magisterio. 1978)
Aburrimiento qué bien te estoy conociendo. Entre axiomas pasa el tiempo: puntos, rectas y segmentos… La ventana azota el viento y en la calle caen los copos lentos, muy lentos.
Corre, toro, salpicándole de arena; abre un surco para lecho de la sangre: de la carne asaetada tengo hambre y siento sed de la linfa de sus venas.
No le asustan, negro toro, ni le apenan tu ballet al son de hierros y calambres, en tu carne roja flores con estambres se deshojan por tu piel y te envenenan.
Arremete, noble toro, resoplando contra el paño que se dobla y se menea: deja al diestro que se vaya confiando.
Ten paciencia que al final de la pelea, lento el cuerpo y el acero penetrando, tu cuerpo le atraviese y no lo crea.
La angustia de mil sueños terribles ha venido a buscarme en esta noche. Viven los fantasmas que creía muertos y sus nuevos herederos cortejan mi espíritu.
¿Porqué me esperan alojados en la noche? No sé qué batalla estoy librando, la noche insomne se torna insoportable, duermevela de sueños terribles y de lucidez impotente.
¿Qué delito ha perdido mi conciencia? Pesa una condena de locura sobre mí, en la negra noche me esperan los verdugos. Tengo la sangre en el corazón rezando ¿dónde está la espada que rasgará el silencio?
Empuñé la cruz y me faltó la fe, el pánico atravesó el escudo de la lógica. Llega el día y amanezco acosado, traspasa las tinieblas y el sol se acerca: y yo recojo mis guerreros muertos.