viernes, 19 de febrero de 2016

Las páginas blancas.

Decía L. E. Aute que hasta de las  páginas de la guía telefónica se puede hacer un poema. Así que me lo propuse. He aquí el intento.


Aquel hombre viejo, jubilado,
dueño de su  tiempo, todo entero,
pensó como poder dejar colmado
el día, hacerlo valioso sin dinero.

Era paciente y escuchar sabía
le gustaba la gente, era sincero;
aunque apenas andaba pretendía
sacar a muchos de su lúgubre agujero.

De la guía, la mano temblorosa,
pasó las hojas lentamente.
En la A se detuvo: Amanda Rosa 
era un nombre delicado, sugerente...

Marcó despacio el número elegido
inquieto esperó el tono intermitente
Un ¿Si...? le contestó sobrecogido
Hola, replicó muy dulcemente.

Hay tristezas confesadas en minutos,
hay historias contadas en instantes,
desgarros en la carne,  furias, lutos,
soledades, amadas sin amantes...

Adiós, Amanda, le ruego me perdone
ser un pobre viejo delirante...
- Por dios, no reniegue de sus dones, 
Le agradezco que me escuche y que me aguante.

Adiós, llamare otro día, te deseo
esa felicidad que te mereces...
Gracias, soy feliz,  así me veo:
quiero hablar contigo muchas veces.

Colgó. Dibujó en la guía un corazón
junto a Amanda,  quizá fueran ñoñeces
pero estaba llorando de emoción,
no era cuestión de edad  ni de ser jueces

Pasó página, de  pronto se detuvo
en la B: Blanca Aguilera
le inspiró ternura y le retuvo
en el sofá, aunque no quisiera.

Blanca le esperaba, lo sabía,
no se iba a levantar hasta que hiciera
la última llamada de aquel día.
Blanca buscaba compañía y él lo era. 

jueves, 4 de febrero de 2016

Ciberpoema


Un día la máquina escribirá un poema. 
Y será un poema perfecto, inmejorable.
Acometerá el reto que había postergado
con su flamante software actualizado. 

La máquina examinará sus bases de datos. 
Abrirá la carpeta de tu nombre,
desplegará los campos, hará clic en "tus sentimientos",
sumará frecuencias y elegirá la emoción más intensa

Buceará en el tesauro digital de las palabras,
iniciará sus enormes diccionarios,
apilará sinónimos en matrices incontables
ordenadas por índices de compatibilidad.

Instalará los diccionarios de rimas
eligiendo la opción de consonancia,
millones de secuencias alfanuméricas
serán comparadas al instante.

Abrirá el catálogo de estructuras poéticas
buscará un esquema que cuadre con la idea
proseguirá enlazando frases de sintaxis perfecta
aplicando series infinitas de álgebra booleana 
que pasará por los filtros de reputación,
hasta llegar a la solución inapelable.

Hará un feedback si no encuentra salidas
ante un índice de calidad débil, 
volverá a un verso de reciente indexación
y lanzará un nuevo proceso de compatibilidad.

Activará en algún momento el algoritmo de "sorpresa",
arrancará ocasionalmente las series aleatorias;
esto dotará el poema de pulso imprevisible,
de la humana cualidad del desatino.

Ajustará finalmente porcentajes
de palabras, categorías gramaticales, 
emociones, metáforas, figuras...
que comparará con la biblioteca universal de los poemas. 

Y si, logra una puntuación favorable, 
mayor que 99,9 %.
volcará en la pantalla un poma
pulcro, perfecto, incontestable.
Y después pedirá pulsar "me gusta", 
pero ya nadie lo leerá. No habrá poetas.


miércoles, 3 de febrero de 2016

Refranes que se dijeron ningún día.


Enero en casa
mejor se pasa.

Febrero tan frío
nos hiela el río.

Marzo estornuda
abril moquea
mayo respira
y junio alienta
vapores de menta

Julio madura
y agosto cosecha
y un mes después:
la cosa está hecha.

En septiembre recoge
o el frío te coge. 

En octubre ponte a arar
 y no tardes en sembrar

Noviembre, noviembre
nublado casi siempre

Las noches de diciembre
largas y oscuras siempre