NOTA DEL AUTOR.
Sobre un proverbio de Antonio Machado en Nuevas canciones, publicado en 1924, construyo este poema en mi convalecencia tras la operación de un agujero macular. La operación resultó complicada y finalmente resultó una pérdida de visión considerable. Cabeza abajo y con dificultad para ver y sujetar el papel, escribí estos versos.
Respondo con ella a todos aquellos que me manifestaban lo bien que veían mi ojo recién operado (apenas con un ligero derrame); mientras yo les intentaba explicar que, por dentro, en mi retina no veían nada en la zona de máxima definición: la mácula.
El ojo que veis no es
ojo porque tú lo veas:
es ojo porque te ve.
Ojo verde este que veis
que mira ya sin que os vea
advierto si no no sabéis.
No mires que lo que ves
no es la parte que recrea
el mundo puesto al revés.
Es ciego, tú no lo ves;
solo ves lo que está fuera
lo de dentro no, ya ves.
Por más que mucho miréis
nada veréis desde afuera:
mi daño no notaréis.
De mis ojos no sabéis
más que el aspecto de fuera
(por dentro, vos, no los veis)
De mi ceguera diréis:
¡No es para tanto, exagera!
Mirad sus ojos ¿los veis?
Y es el caso, yo lo sé,
que existen otras cegueras
con esta nada que ver.
No juzguéis, si no sabéis.
No juzgues lo que no veas
si no puedes ver a través.
Por más que ciego me halléis;
tal vez me aplique y yo vea
las cosas que vos no veis.
Por el apoyo que des:
¡gracias! y al que se ceba
en mi dolor ¡que le den!
Consejo: que valoréis
el sentido que "recrea". A
Santa Lucía recéis.
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