Madrid, capital de la basura, tiene de cielo tu sed, cegada por la amargura, ansia infinita y la hez de flameantes motores tu cielo no deja ver ni deja oler a tus flores.
Cuando, hace unos 50 años, llegué a Madrid, me pareció un urbe gigantesca, ruidosa, sucia y contaminada. Escribí este poema en alguna pausa de un paseo solitario, quizá por la calle de Bravo Murillo o Cuatro Caminos... Hoy lo rescato.
Cuando, hace unos 50 años, llegué a Madrid, me pareció un urbe gigantesca, ruidosa, sucia y contaminada. Escribí este poema en alguna pausa de un paseo solitario, quizá por la calle de Bravo Murillo o Cuatro Caminos... Hoy lo rescato.
ResponderEliminar