Una de las cosas buenas que tiene la enseñanza es la posibilidad de refrescar periódicamnete tus olvidados conocimientos y adquirir otros nuevos. Uno de mis alumnos, Alberto, un niño curioso y trabajador escogió Neptuno como tema para una exposición oral sobre un planteta del Sistema Solar. Esto me obligó a investigar de nuevo sobre este inmenso mundo lejano, el último planeta de nuestro viejo sol y la información es tan sorprendente, tan poética, que merece un artículo en el blog.
Los científicos eligieron para represenarle el tridente de Neptuno, el Dios romano del mar. Pero su mar es inmenso y gaseoso. Por casualidad está palabra significa también en chino: "Estrella del Rey del Mar", justicia poética para este planeta que fue descubierto en primer lugar por Galileo que lo consideró inicialmente una estrella.
Es Neptuno un planeta helado, muy frío en su superficie (más gélido que el nitrógeno líquido, pues a -218 ºC este elemento ya estaría congelado) pero su corazón es caliente. En su interior, a la increíble temperatura de 2700 º centígrados, y con una presión enorme, funciona un horno natural que fabrica diamantes. En su núcleo el carbono se ordena de forma cristalina en cubos extrafuertes generando estas piedras por toneladas y luego son explusadas al exterior en erupciones cristalinas: literalmente llueven diamantes.
Es el planeta de los vientos. Su superficie está recorrida por ráfagas huracanadas heladas. Sus corrientes surcan el planeta a velocidades supersónicas de 2000 k/h. y son los más fuertes de todo el sistema solar. Un huracán allí tienen el tamaño de toda la Tierra. Su atmósfera está formada por nubes heladas de helio y metano. De la lejana luz del sol, el helio toma todos los colores excepto el azul, por eso es una planeta azul; más azul que el nuestro. Si todo su metano estuviera en la Tierra una simple cerilla originaría una explosión casi estelar, pero no puede ser así: no hay casi oxígeno en el planeta, el metano no ardería.
Su interior abrasador, con roca fundida, es áltamente corrosivo con un intenso olor a gas y lejía. El centro de Neptuno es un gigantesco mar de amoniaco y metano con temperaturas altísimas. A 7.000 km de profundidad, un calor abrasador de hata 4700ºC y una presión descomunal descomponen el metano liberando el carbono que se organiza enseguida en cristales de diamante que se precipitan en dirección al núcleo.
Sus días de 16 horas son bastante más cortos que los nuestros, pero sus estaciones son larguísimas. No quiero ni pensar en sus frios inviernos de 41 años terrestres de duración.
Neptuno fue descubierto el año pasado. El 12 de julio de 2011, fue el aniversario de su descubrimiento oficial realizado en el año 1846. Sólo ha pasado un año en el planeta pues Neptuno tarda 165 años terrestres en completar su órbita. Al estar 30 veces más separado del sol que la Tierra su luz llega 26 veces más tenue, como en un lejano crepúsculo. Su diámetro es unas cuatro veces más grande que el de nuestro planeta con lo que la tierra sería algo así como una patata detro de un saco con 58 más.
Sólo una vez una nave humana se acercó a esta enorme esfera. Para ello necesitó la fuerza ciclópea de un gigantesco cohete Titán III y el impulso de tres planetas que actuaron como una honda gravitatoria: Saturno, Júpiter y Urano. Ese tirachinas planetario le dió inercia suficiente para, aprovechándo la fuerza gravitatoria de los tres astros llegar cerca (madre mia, lo lejos que está ese cerca en el espacio) y poder estudiarlo: las fotos que tomaron sorprendieron a los científicos. Cuando la "Segunda Viajera" interestelar (Voyager 2) se aproximó a Neptuno encontró cosas extraordinarias. En contra de lo previsto no era un planteta muerto sino muy vivo, con vientos agitadísimos y un calor interior inesperado. Además aparecieron, como por sorpresa, cuatro anillos completos: dos de ellos delgados y los otros dos anchos. Los anillos delgados serían tan tenues que su fino material desperdigado se deshilacharía en el espacio si no fuera por dos lunas pastoras que se encargan, con su gravedad, de rebañar los pedazos que los forman. Los dos anillos más anchos son profundamente oscuros siendo invisibles desde la tierra. Estos anillos indican que en los alrededores de Neptuno existen infinidad de meteoritos: la mayor concentración de todo el sistema solar.
Tiene otras muchas lunas y satélites (se conocen 13, actualmente) con nombres mitológicos que no voy a detallar, pero la mayor, Tritón, es uno de los objetos más interesantes del sistema solar. Para empezar tiene una órbita retrógrada (algo exepcional) que pudo tener su origen en una manada de meteoritos a contracorriente del planeta que acabaron agrupándose. En su superficie se puede contemplar espectaculares géiseres de nive de nitrógeno.
Este Universo Azul, el más lejano planeta, La Estrella del Rey del Mar; me fascina. Me rindo a la poesía de su sóla existencia.
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