¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
(de los versos, el mejor)
que en esta apartada orilla
(haces bien en sacarla de la villa...)
más pura la luna brilla
(la imagen, de maravilla)
y se respira mejor?
(el perfume del amor...)
Esta aura que vaga llena
(me ayudará con la nena...)
de los sencillos olores
(¿te has lavado los sudores?)
de las campesinas flores
(de "los rurales amores")
que brota esa orilla amena;
(¡y a camelar a la nena!)
esa agua limpia y serena
(bien que merece la pena)
que atraviesa sin temor
(¡qué traviesa: sin pudor!)
la barca del pescador
(la trampa del pecador...)
que espera cantando al día,
(que teje en esta poesía)
¿no es cierto, paloma mía,
(si dices sí, ya eres mía)
que están respirando amor?
(¿que piden un revolcón?
Esa armonía que el viento
(Hay que ver lo que me invento...)
recoge entre esos millares
(sigue con esos cantares)
de floridos olivares,
(pensando en los lupanares...)
que agita con manso aliento;
(con poemas la alimento)
ese dulcísimo acento
(y mientras tanto, la tiento)
con que trina el ruiseñor
(que trino con este hervor)
de sus copas morador
(pensando hacer el amor)
llamando al cercano día,
(toda la noche lo haría)
¿no es verdad, gacela mía,
(ya no aguanto esta agonía)
que están respirando amor?
(no se contiene este actor)
Y estas palabras que están
(Tantas mentiras que van)
filtrando insensiblemente
deslizándose en tu mente
tu corazón ya pendiente
(las dice tu pretendiente)
de los labios de don Juan,
(para cumplirse su plan)
y cuyas ideas van
(que estás más buena que el pan)
inflamando en su interior
(me inflama tanto candor)
un fuego germinador
(y de novicia el pudor)
no encendido todavía,
(no vencido todavía)
¿no es verdad, estrella mía,
(me quemo en esta agonía)
que están respirando amor?
(si no aplaco este escozor)
Y esas dos líquidas perlas
(esas dos... quisiera verlas)
que se desprenden tranquilas
(va a desnudarse, vacila...)
de tus radiantes pupilas
(observa si alguien vigila...)
convidándome a beberlas,
(me gustaría cogerlas)
evaporarse, a no verlas,
( y acariciarlas, tenerlas)
de sí mismas al calor;
(notar su tibio calor)
y ese encendido color
(y su apreciado sabor)
que en tu semblante no había,
(yo en su regazo ponía)
¿no es verdad, hermosa mía,
(suave la cabeza mía)
que están respirando amor?
(respirando así su olor)
¡Oh! Sí, bellísima Inés
(Oh, sí, lo haremos pues)
espejo y luz de mis ojos;
(dejemos los cuerpos flojos)
escucharme sin enojos,
(abramos nuestros cerrojos)
como lo haces, amor es:
(abracémosnos después)
mira aquí a tus plantas, pues,
(Es muy fácil, ya lo ves)
todo el altivo rigor
(aplaca el rojo rubor)
de este corazón traidor
(con mi brazo alrededor)
que rendirse no creía,
(de tu desnuda armonía)
adorando, vida mía,
(y acaba esta letanía)
la esclavitud de tu amor.
(por fin haciendo el amor)
Divertimento sobre las famosas estrofas de la sedución de Don Juan a Doña Inés con comentarios en segundo plano "del diablillo" del deseo y la seducción.
ResponderEliminar"Esta aura que vaga llena
ResponderEliminar(me ayudará con la nena...)
de los sencillos olores
(¿te has lavado los sudores?)
de las campesinas flores
(de "los rurales amores")..."
Te cojo lo de CAMPESINAS FLORES:
Saludos desde Brihuega con lavanda florida.
En los campos de lavanda
ResponderEliminar(entre morados se anda)
de la señorial Brihuega
(ya cercanos a la siega)
que no te pique una abejas
(mejor pica a tu pareja)