Acaso Rocinante no quisiera
ser Bucéfalo ni, quizás, tu lanza
deseara ser verdugo en la matanza
de molinos o gigantes, lo que fueran.
Quizás tu escudero Sancho Panza
no ansíe tanto la ínsula extranjera.
Quizás los pellejos vino fueran
y Dulcinea te niegue la esperanza.
Pero yo, mi querido caballero,
al alba por caminos de locura
cabalgo decidido y justiciero.
Yo te abrazo, caído, con ternura.
Y privado de razón así te quiero:
razón sin ilusión nunca se cura.
Bonitos versos, muy bien tirado.
ResponderEliminarGracias por tu valoración. Anima, la verdad.
ResponderEliminarEl cuarto centenario del autor se merece este personal homenaje a su creación.
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