Érase un hombre a un smartphone pegado
que pulsaba su sensor capacitivo,
érase un obseso compulsivo
del copiar y compartir seleccionado.
Érase, a unos datos conectado,
un cordón umbilical interactivo;
un ente de las redes muy activo:
Érase un ser social virtualizado.
Era más popular que muchos cientos,
era un pulsador recalcitrante
de caritas de emoción y sentimientos.
Sus cifras de amigos ni te cuento,
su ranking de twitteo impresionante,
su vida virtual un puro cuento.
Comparto esta interesante composición, también en mi blog "Érase a un móvil pegado" ya que tiene que ver mucho con dicho blog.
ResponderEliminar¡Feliz semana!
Por supuest es una caricatura, que nadie se lo tome muy en serio (algunos lo hacen), los teléfonos, sin ser imprescindibles hoy día son necesarios.
ResponderEliminarEl soneto también es un homenaje a Quevedo por su soneto: "Érase un hombre a una nariz pegado..."