Nadie sabía el motivo,
nadie entendió su misión,
nadie encontró la razón
del andar del peregrino.
Nadie supo qué camino
tomó, ni que dirección.
nadie escuchó la oración,
al andar, del peregrino.
Un día llegó a Belén
sediento, los pies llagados;
llegar cansado le ven.
Entonces, arrodillado,
le dice al niño: "Mi Bien
eres tú, yo ya he llegado."
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